Si repasamos los modelos de gestión de las empresas en los últimos cincuenta años, podemos observar que en materia de innovación los diferentes vectores de cambio han sido administrados con base en la característica dominante de cada ciclo.
Pero al día de hoy la complejidad es distinta, el entorno empresarial está caracterizado por un aumento del grado de incertidumbre (económica, política, social), por un incremento de la velocidad de cambio tecnológico, por el protagonismo de la competitividad a través de los intangibles los mismos que se han impuesto cada vez más a la tradicional competencia de precios, y por la sustitución de las tradicionales estructuras sectoriales por otras estructuras del tipo red. Todo esto ha obligado a la empresa a colocar dentro de su estrategia, la Gestión de la Innovación como una herramienta de competitividad.
Son múltiples las definiciones de innovación, posiblemente todas validas desde el punto de vista del autor y del entorno a las que se aplique, pero en resumen podemos decir que innovar es transformar una idea en un producto vendible sea éste nuevo o mejorado, o en un proceso operativo en la industria y en el comercio, o un método de organización y comercialización aplicado a las prácticas de trabajo, al lugar de trabajo o a las relaciones externas.
Está demostrado que existe una relación variable entre el esfuerzo realizado para mejorar un producto o un servicio y el rendimiento conseguido por el mismo. Las empresas que han emprendido procesos de innovación tecnológica, adecuadamente dirigidos, lo han hecho porque lo ha considerado imprescindible para su supervivencia o por la constante necesidad de permanecer en el mercado y no solo por voluntarismo o por moda. Si ser creativo es imaginar cosas nuevas, innovar es hacer cosas nuevas, es asumir la responsabilidad de convertir las palabras en hechos.
Pero innovar no tiene por qué ser un proceso desordenado; en cierta medida algunas empresas han organizado sus procesos para resolver el problema de adaptación al cambio, distinguiendo esto como innovación, aunque muchas veces esto no signifique que se esté gestionando adecuadamente todo el proceso, incluido el aprendizaje, que le permita a la empresa incrementar su base de conocimiento para que generen nuevas ideas como antesala de un proceso innovador efectivo.
Tomémonos el tiempo para reflexionar acerca de la importancia de Gestionar la Innovación en las empresas, instituciones u organizaciones de cualquier tipo y tamaño, fortalezcamos la visión de liderazgo para realizar lo que nadie ha imaginado todavía.
Ing. Ind. José Merchán T. M.Sc., PMP
Consultor Asociado, Instructor de Innovación